jueves, 9 de enero de 2014

PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID



Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). ¡Y no lo digo yo, que conste! No, tampoco ha llegado la versión castiza de The Walking Dead, ni la de Guerra Mundial Z, así que pueden respirar tranquilos. Bueno ¡o no! Porque lo que afirmaba Dámaso Alonso allá por 1944 no anda muy lejos de estar de plena actualidad en pleno 2014 (sí, hemos cambiado de año, por fin)… y mira por dónde también acaba en 4.
Cadáveres en sentido figurado, claro, no se me vayan a asustar. Cadáveres de espíritu, cadáveres de alma (que aunque lo parezca, no es lo mismo)… En definitiva, cadáveres por complacencia, que viene a ser algo así como ser borregos pero encima pasando frío y con más hambre.
Esto sí lo digo yo, que siento cómo, mucho a mucho, Madrid va desandando lo que poco a poco tuvo que andar para sacudirse la mierda que significó ser la capital de la dictadura; lo que tuvo que andar para ser el símbolo de la conquista de los derechos sociales, del progreso y de la apertura. Nos las prometíamos muy felices por aquel entonces, pero lo cierto es que mi querida ciudad no lo ha tenido nada fácil durante este tiempo. A saber, pasó de ser el Madrid del Tirano a ser el Madrid del Tierno (¡Rockeros, el que no esté colocado que se coloque… y al loro!), y luego el Madrid del Barranco (que daba un poco más de vértigo), y luego (Sahagún de por medio) el Madrid del oso y el Manzano (que tuvo madroños el asunto), y luego el Madrid del Tesoro (no, no es un patrocinio del Estado: es lo que el faraón Gallardón anduvo buscando años y años, haciendo agujeros a costa del -y en el- bolsillo de los madrileños, dilapidando sus cada vez más maltrechos ahorros. No lo encontró), y ahora el Madrid de la Botella, que otra cosa no, pero propicio para alcohólicos sí que es, porque visto el panorama al menos estando beodo uno se entera de menos y con mejor humor.
¿Que qué tiene que ver esto con los cadáveres? Pues mucho, porque aquí o estamos todos muertos, o no termino de entender cómo permitimos que Madrid haya llegado hasta donde lo ha hecho en estos últimos meses. Veamos…
Somos la única ciudad que ha tenido dos alcaldes no electos: el primero, al menos, fue elegido en unas elecciones públicas cuatro años (¡¡¡cuatro años!!!) después de sentarse en el trono… y fue destituido por una moción de censura poco después (que también tiene cojones: con la trayectoria que llevaba de pertinaz y manifiesta inutilidad, podían habérselo cepillado antes de investirle oficialmente, ¿no?), y la segunda… bueno, es la de ahora… que no da la talla ni para ser delegada de clase en un curso de primaria. ¡Y eso suponiendo que no fuera un centro bilingüe, claro!
Madrid es la ciudad más endeudada de España, con muchísima diferencia. Esto no es culpa de la Botella, todo hay que decirlo, y es que aunque ahora estemos borrachos con su relaxing power hay que hacer justicia y otorgarle dicho honor al ministro de tal. Sí, el mismo que después de habernos dejado la roncha y abierto los agujeros (cada cual que escoja los que crea convenientes), abandonó el barco y ahora nos pide que paguemos también para poder reclamar atropellos (los suyos y los de los demás, porque de abortos no quieren saber nada, pero de joder entienden cantidad). Gracias a ello (y además por culpa de la deuda), los madrileños pagan hoy un 222% más de IBI que hace una década, pagan en exceso y sin excepción por aparcar en todo el área metropolitana que queda dentro de la M-30… y en barrios donde jamás ha habido problemas de aparcamiento, pagan el billete de metro y autobús más caro de toda Europa (sí, que no cuela: relación calidad-precio-salario mínimo interprofesional, echen ustedes la cuenta; sólo con lo último ya pueden empezar el tembleque), un impuesto de circulación hasta un 1000% más caro que en otras localidades de la Comunidad… y así sucesivamente (¿les dije que ha subido la luz otra vez?). Al menos ha plantado árboles alrededor del Manzanares… qué ecológico el tío…
El problema que tenemos ahora es diferente, y es que la primera alcaldesa (no electa, no lo olviden) de la historia de Madrid piensa que esto es como un corral de vecinos, en el que lo más importante es que no la molesten en la paz de su casa. Sólo de esta manera se explican gilipolleces tales como la del examen a músicos callejeros (no hay nadie como tú… hilarante), el cierre indiscriminado de salas de conciertos en la zona centro de la ciudad, la limitación de hora a locales de ocio en fechas como Nochevieja, la ley del ruido…  mientras mira para otro lado cuando se trata de asuntos capitales como el paro, la sanidad (¡Sanidad Pública para todos!), la Educación (¡Educación Pública para todos!), la Seguridad (de los ciudadanos, quiero decir), la Cultura (¡IVA reducido ya!), la economía familiar o los servicios públicos, básicos para que la vida urbana fluya con un mínimo de decencia. En este sentido lo cierto es que sigue las directrices del Partido (qué miedito da esta frase… que nos lleva a tiempos pasados), pero con un toque femenino (no me malentiendan, por favor: femenino como antaño, como las damas decentes. Si Franco levantara la cabeza…). Es algo así como recortar con estilo, que de eso los hombres no entienden demasiado. Precisamente el estilo con el que, ya siendo concejala de Medio Ambiente, intentó convencernos de que había gaviotas reidoras en el Manzanares (aunque qué quieren que les diga: antes encontraríamos hienas, que esas sí que se ríen y estarían aquí como en casa), o a afirmar que las alertas de polución por el aire extremadamente contaminado de Madrid se debían al buen tiempo… pero que aún así el paro asfixiaba más (sí, todos sabemos ambas cosas: que el buen tiempo trae consecuencias horribles para la salud, y que su reforma laboral es como el buen tiempo. Desde aquel día los paneles medidores acabaron exiliados en el extrarradio, por llevarle la contraria).
 
Por cierto que, para recortes idiotas, los de la Cabalgata de Reyes… Yo que llevaba por primera vez a mis hijos a que la vieran… ¡y me encuentro con que es un desfile low cost patrocinado por El Corte Inglés y Movistar! Cuatro carrozas y media, cuatro docenas de actores, dos camellos (literalmente: dos. Sería por el frío y la lluvia, que no están acostumbrados los animalitos)… tres o cuatro bandas de música de fuera (como aquí no tenemos…), unos pocos policías y guardias civiles a caballo acompañados por el “coche multa” (como sabiamente ya identifica mi pequeño de tres años ¡si es que no se les escapa ninguna!), y los bomberos (por cierto, nunca entenderé que los que aplauden a la Guardia Civil no tengan ni una palmada para ellos, que tiene bastante más de superhéroes; o mejor dicho, que son los únicos héroes reales). Pero la Cabalgata de la Botella (que no de la Valkyria, de nuevo no confundir aunque se parezca) se caracterizó por algo más que por la pseudo privatización: no era Cabalgata ¡era un paso de Semana Santa! ¡Y con la ley del ruido aplicada! ¡Coño –perdón-, que te enterabas de que había una carroza delante porque algún cachondo te agredía con caramelos! (¡al menos se gastaron la pasta en algo!).
Ahora que, lo que tiene whatsapp (¡chsst! ¿Actualizándome eh?), es lo del rey negro… Vamos a ver… Además de ser la única ciudad con dos alcaldes no electos, la ciudad más endeudada de España y la de más ladrones oficiales por metro cuadrado, ¿es que Madrid también tiene que ser la única puñetera ciudad en el mundo en pleno siglo XXI en la que se saca a un blanco pintado de negro para hacer las veces de Baltasar? Que sí, que ya sé que eso nos hace especiales en la Galaxia, pero creo que es una singularidad mal entendida. Doña Ana, por favor, que lo del negro tizón es una expresión popular para referirse a los que tienen la piel más oscura, y no un hecho literal… Que aquí hay suficiente población negra como para hacer mil cabalgatas únicamente de baltasares con sus correspondientes pajes, así que déjese de acuerdos municipales y de gastarse la pasta en betún, que ni queremos ver a políticos intentando ganarse a nuestros niños, ni que dilapide nuestra pasta en pintura para que un blanco parezca de otro color. ¡Y si no, al menos píntenle de un marrón creíble, cojones, que lo del negro es en sentido figurado!
          Negro es el destino de mis enemigos, que cantaban Gigatrón, y no hace falta que le diga que amigos, amigos, usted y yo no somos.
Volviendo al hilo, Madrid es hoy una ciudad sucia, triste, expropiada a sus ciudadanos. La huelga de limpieza sólo sirvió para reflejar en las calles el interior de su ayuntamiento, aunque eso sí, sin corrupción ni despotismo; sólo mierda y más mierda. Como decía recientemente mi amiga Patricia Godes, estamos en una crisis como a principios de los setenta, con la diferencia de que entonces se tenía la sensación de que se iba a salir del hoyo, y hoy de que aún podemos caer un poco más abajo. Y si esto es triste, más triste aún es que no hagamos nada; que no obliguemos a toda esta chusma que nos gobierna a convocar elecciones y que se vayan  (la tortura no es que me parezca excesiva, pero sí poco civilizada…). Cadáveres, ya lo estoy diciendo.
Sabina decía que aquí las niñas ya no quieren ser princesas, pero es un error: no quieren ser princesas reales ni Reales (que, visto lo visto, casi lo aplaudo, no vaya a ser que Noos den otro escándalo para jarana de la cúpula europea). En estos tiempos de revival casi obligatorio (más que nada porque hoy se confirma que casi cualquier tiempo pasado fue mejor –casi, casi, fíjense en el énfasis sobre la palabra…-) parece que además de lo bueno también se retoma el paletismo más cutre, y las niñas sí quieren ser princesas, pero poligoneras, que son las que salen en la tele. Y a los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra, pero cuidado, que a este paso estamos a punto de asistir a lo nunca visto: la imposición de Ley Seca por parte de una Botella de (y que) mal vino. Hasta entonces tienen vía libre.
 
Así que sí, parece que más de treinta años después la visión taciturna de Sabina sigue teniendo vigencia, a pesar del precio del butano. No tanto la de los Refrescos, porque lo de los mil cines, mil teatros y mil museos ya se han encargado de corregirlo. Si en su lugar hubieran solventado el problema de la playa estaríamos todos mucho más contentos. Qué lástima. Pero se intentó ¿eh? Lo que nadie dijo es que la playa de Madrid se quedaría en tres charquitas artificiales donde… ¡¡nunca permitieron el baño!! (aunque a decir verdad nos la sopla: no les hubiera hecho ni falta eso de prohibirlo, porque metiendo un pie en el Manzanares uno se arriesga a sacar otros dos de regalo, o tres dedos de más. Eso sí, pirañas no hay. No son tan estúpidas).
 
Al final, y a mi pesar, creo que nos tendremos que quedar con Este Madrid, como decían los Leño, a la sazón el grupo más castizo de todos los que ha parido la capital del reino. A mi pesar no por la calidad, evidentemente, sino por su dosis de realidad y, por desgracia, de vigencia: es una mierda este Madrid, que ni las ratas pueden vivir. Y gris, muy gris. Claro que no podemos esperar otra cosa si seguimos regentados por una Botella como esta, por fuera tan de aquí como la de Anís del Mono (efectivamente, aunque se vista de seda), y por dentro con la calidad del auténtico garrafón, pero del barato ¿eh? Que hay crisis. Entonces ¿a qué esperamos para instaurar nuestra propia Ley Seca?
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). Y no lo digo yo, que conste…

1 comentario:

  1. Te has quedado a gusto!
    99% de acuerdo.
    Sólo hay un dato que me chirría. La Botella sí que es alcaldesa electa. Aunque muchas veces nos cueste reconocerlo, quizá influidos por el sistema americano de elecciones que hemos visto tantas veces en las películas; aquí se votan listas cerradas. Es decir que si un alcalde o presidente se va, el partido que ha obtenido más votos elije (elije y propone para ser envestido en el parlamento) a otro de la lista, que por lógica es el siguiente de la lista (aunque no es necesario). La realidad es que los otros partidos también pueden proponer a quien quiera para el cargo, pero necesitan pactar con otros partidos (si el partido más votado no tiene mayoría absoluta porque si es así no tiene sentido... a no ser que haya tránsfugas claro, bien lo sabe la Espe) para poner a uno de los suyos... Por lo que los madrileños querían al PP y así votaron, y si pensaban que votaban sólo a Gallardón, pues toma PP y toma Botella. Lo mismo pasa con Aguirre y el González este, que no los mencionas y también tienen tela.
    Y si habláramos de cómo se cuentan los votos... bueno eso es otro temita.

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