¡Vaya vuelta al cole, queridos
amigos! Ahora que uno se iba haciendo ilusiones con respecto al inicio del
nuevo curso (ya saben, aquello de las expectativas, ser positivo y todas esas
chorradas que nos recomiendan los gurús del bienestar para superar el síndrome
postvacacional), resulta que nada más empezar ¡zas! Ya nos la han calzado en toa la boca. Sí, amigos, me estoy
refiriendo a ello: una vez más nos quedamos con las ganas de ser sede de los
Juegos Olímpicos.
Sería muy fácil hacer un discurso
ahora de tinte derrotista, e incluso de tinte oportunista, así que intentaré no
hacer ninguno de los dos. Pero claro ¡comprenderán que no puedo dejar escapar
la oportunidad de hacer leña del árbol caído, que llega el invierno y hay que estar
preparado!
Vaya por delante que yo estaba
dividido con respecto a esto de las olimpiadas: por una parte (la más grande,
tengo que reconocerlo…) tenía la ilusión, como madrileño, y como español, de ser
parte de la historia y de sentir de cerca un evento de tal magnitud; pero por
otra (o lo que es lo mismo, la conciencia) soy de los que piensa que, ante la
que está cayendo, bien se podría gastar todo ese dinero en ayudar a los que más
lo necesitan, que cada vez son más en este país. Es decir, que si estamos en
crisis, y en ella se escudan para justificar los datos del paro (vamos, no
jodan, que 31 parados menos son motivo de alegría, pero calderilla al lado de
ese dato aterrador del 27%), los recortes en educación, en sanidad, en
seguridad, etc, etc, digo yo que también lo estaremos para gastarnos un
pastizal en juegos ¿no? (Aunque ya se sabe: esto es España, y aquí nos va más
una fiesta que cualquier otra cosa… Así que ¡¿qué coño?! ¡¡Montémosla!!).
Pero claro, si somos españoles para
decidir montar el jolgorio, también lo somos para prepararlo, y ahí es donde
los japoneses nos pusieron el trasero como su bandera (con central nuclear y
todo). ¿Qué esperábamos? ¡Nuestra única oportunidad pasaba por nacionalizar a
la delegación del COI cuando visitaron Madrid después de hacerles probar el
vino y la sangría, y hasta eso lo hicimos mal! (Claro que, sabiendo que quien
manda va a café con leche, pues mal asunto). Si me permiten, intentaré analizar
las que yo personalmente considero las causas de nuestra debacle. A saber…
Para empezar el logo… ese logo…
¿¡¡Pero dónde cojones íbamos con ese logo?!! ¡¡Si parece la colección de
chanclas del chino (antes chiringuito; cosas de la globalización) de la playa!!
¡¡Hasta en el escaparate del Zara las presentan mejor!! ¿De verdad alguien piensa
que molaba? ¡¡Si hasta Cobi parece bonito a su lado!! (Y anda que no le dimos
cera al pseudoperro egipcio aquel…). Pero vamos a ver: ¿de quién fue la idea? Seguro
que al listo de turno (que, eso sí, habrá cobrado lo que varios de nosotros
juntos en un año) se le pasó por la cabeza esta idea tan patria de “¿Que los
japoneses y los turcos…? ¡¡Pues yo más!!” Y a fe que lo consiguió, porque los
otros eran feos, pero el nuestro es un desafío al intelecto… ¡Ah! ¡Calla! Que
me estoy equivocando: que el tío dijo “¿qué hay más español que los toros y
olé..? ¿Que la paella, la tortilla y la bota de vino? Vamos a ver… piensa… hay
que ser creativo…. Y moderno… Y además internacional… Ummm… Veranito, playa,
fiestuki, Almodóvar… a ver, a ver… que casi lo tengo… ¡¡ya está!! ¡¡Unas
chanclas!! Símbolo de la fiesta en la playita, le gustan a todos los guiris… ¡y
además se las pueden llevar de recuerdo para ponérselas con los calcetines! ¡Si
es que soy un fiera!” Lo dicho, que va a resultar que yo no soy muy patriota, o
no entiendo de marketing…
En segundo lugar, nos plantamos allí
para venderles un proyecto que presume de austero, y con un presupuesto
racional (Mariano dixit), frente a dos candidatas que precisamente presumen de
lo contrario: grandes fastos, tecnología a go-go, villas olímpicas de lujo…
Vamos, que como dice alguno por internet, les presentamos el proyecto de los
“Juegos del Hambre”… ¡¡con una delegación que supera en número a las otras dos
juntas!! O lo que es lo mismo, los “Juegos del Hambre” vistos por los “300”…
¡¡Eso es predicar con el ejemplo!! (Con el ejemplo de lo que es la
idiosincrasia española, claro. Por supuesto, a costa de las arcas públicas).
En tercer lugar… sí, ya llega el
turno… a ver cómo lo digo de manera diplomática… Señoras y señores, ante todos
ustedes… ¡Ana Botella! ¡Nuestra alcaldesa no electa! ¡La que ningún madrileño
quería como representante! ¡La que mejor representa la faceta del gobierno de
esa cosa tan typical nuestra como el enchufismo! Que digo yo, por decir algo,
que ya que enviamos a los 300… ¿no había nadie que supiera hablar mejor? Es
más: ¿no había nadie que supiera disimular y comportarse? ¡Coño, que somos
españoles! ¡Que en lo de fingir sí que somos campeones! Y es que su
intervención (la hablada y la no hablada) fue para mear y no echar gota… Nótese
que antes no he dicho hablar “inglés”, sino hablar, en general, porque ni con
el castellano, oigan. Dejando a un lado el hecho de que dio un discurso en… (ese
idioma que les debe venir de familia…) que será trending topic hasta en Japón
(curiosamente), lo que más me irritó fue ese tonillo… ¿cómo definirlo? No lo sé
la verdad. Lo que sí sé es que me recordaba a una maruja de las de toda la vida
interpretando un papel en la obra de teatro del centro cultural. Y estoy seguro
de que también se lo pareció a la gran mayoría de los que nos tenían que votar…
fuese cual fuese su lengua materna. Me juego unas cañas a que el papel de la
intervención estaba escrito con los fonemas y signos básicos de modulación, y
no con las palabras que esta señora tenía que decir. Es que ese tonillo… era
algo así como cuando le gritas y gesticulas a un guiri porque piensas que no te
entiende, y en realidad ni está sordo ni es gilipollas… No sé si me explico… En
fin, que dejando a un lado su dominio de la lengua, hay que fijarse también en
otros detalles… Porque vamos a ver… ¿¿¡¡Frankly??!!
¡¿Argués?! ¿¿¡¡“a relaxing cup of
café con leche in Plaza Mayor”??!! ¡¿Pero qué café con leche ni qué leches
fritas?! Madrileños del mundo: ¿a qué se va a la Plaza Mayor? Exactamente: ¡¡a
tomar bocatas de calamares y unas cervezas!! Lo que demuestra que esta mujer ni
es de Madrid, ni ha salido nunca por la Plaza Mayor… ¡Ah! Que no le gustan los
calamares… ¡Pues entonces tómese un chocolate en San Ginés! ¡Que eso sí que es
típico y sienta bien! ¡Si es que todo hay que cascarlo! (Amigos, ahora que no
me oye, me temo que si fue la encargada de enseñarles a los del COI el typical
madrileñis ya saben dónde está el origen de la eliminación en la primera ronda.
Además empiezo a pensar que el logochancla salió de su entorno…). Si a esto le
añadimos el resto de su actuación, apaga y vámonos… Porque el ridículo con los
auriculares de la traducción simultánea (sí, Doña Ana, que no eran para oír la
radio) sólo se puede entender en casos de oligofrenia protocolaria exacerbada…
¿Que preguntan por el paro? Pues les decimos que tenemos unas instalaciones muy
bonitas (y es que tiene huevos: hasta sin querer nuestros regentes son capaces
de responder a la manera tradicional de la política nacional, que, como la
tortilla –ya que hablamos de huevos-, viene a ser como despedirse a la francesa
pero con más papo). ¡Oye! ¡Haber
preguntado en cristiano, infieles! ¡La culpa es vuestra! A todo esto, luego
viene Marianico y lo arregla: “tenemos el 80% de las instalaciones construidas,
y el resto están plenamente garantizadas por el Gobierno”… Hombre, haberte
callado… que de puertas para fuera el gobierno español tiene menos crédito que
Bárcenas en el cajero de Soto del Real…
En fin, que así muy lejos no podíamos
llegar. Fíjense cómo fue la cosa que estoy convencido de que el apagón que
sufrieron durante la presentación no fue obra ni de la tormenta, ni de los
japoneses… ni siquiera de los franceses conspirando para tener vía libre a los
juegos de 2024. ¡La señal la cortaron desde Televisión Española, para poder mantener
el suspense hasta el final!
¿Y ahora qué? Pues como dice mi
cuñada, a pagar la factura y a otra cosa mariposa. Y yo estoy de acuerdo con
ella (menos en lo de pagar, aunque me temo que no depende de mí). Quizás ha
llegado la hora de ser olímpicos de una vez. O-Límpicos, quiero decir. O lo que
es lo mismo, la hora de jugar limpio con los ciudadanos, los que pagan e
intentan vivir en una ciudad que les ahoga por unas deudas que no les
corresponden y que nunca quisieron contraer. El Ferplei, que diría nuestra alcaldesa (no electa, claro)… si
realmente quisiera defender los valores del olimpismo.
Así
que ya saben: si quieren aspirar a tener unos juegos olímpicos en su ciudad, busquen
un logo decente, y dénle a la botella… ¡pero fuerte, para que se calle!