sábado, 6 de julio de 2013

¿CRISIS O ENRIQUECES? (O EL ARTE DE TENERNOS A DOS VELAS)


Amigos, sube la luz. Amigos, sube la luz. Amigos, sube la luz. No, no es que me haya quedado dormido cortando y pegando la frase. Simplemente tenía curiosidad por ver cómo suena, o al menos cómo se lee, el resumen energético del último año y medio. Y es que sí: el recibo de la luz ha subido por tercera vez en este tiempo… y uno ya no sabe cómo hacerle frente a semejante atropello. Ojo, que si nos vamos al dato de los últimos cinco años el asunto canta por bulerías: ¡un 60% ha sido el aumento de la tarifa! ¡Y aún nos dicen que pagamos poco!
El caso es que yo, que debo ser tacaño, llevo tiempo notando que algo no funciona por aquí. Quizás son las pilas, que se están agotando, aunque es mejor no decírselo al señor ministro, no vaya a ser que se dé cuenta y les aplique el mismo impuesto por ser cacharro eléctrico, que no es plan.
Tal vez ese sea el problema del metro, por ejemplo, que como no va a pilas (como los coches nuevos), ni a gasofa (como los de toda la vida), tiene que tirar de Iberdrola. Viene a ser algo así como el Ibertren pero a lo bestia, ¡y claro, eso es un filón! Pero no se equivoquen: un filón para los políticos, gobierno u oposición, que tienen participación en los consejos de dirección de todas las compañías, desde Iberdrola hasta Endesa, pasando por Unión Fenosa, Gas Natural, etc, etc. Y tal vez por eso los que lo cogemos, que somos la mayoría de los mortales que mantenemos Madrid en pie, empezamos a estar hasta los huevos…
Hasta los huevos de sus “averías en el servicio”, de sus paradas de regulación, de sus suspensiones temporales (temporales de año y medio, claro, que como los que mandan no viajan en él no tienen ni idea de lo que supone), de su frecuencia de paso, de soportar publicidad hasta en el nombre de las estaciones (¡coño! ¡Que ahora Sol se llama Vodafone, cuando no tuvieron los cojones de ponerle a Pirámides el nombre de Vicente Calderón al tiempo que Lima pasó a llamarse Santiago Bernabéu!)… Es más, del propio nombre de las estaciones (porque vamos a ver, ¿quién es el iluminado que las bautiza? ¿El mismo que bautizó pueblos como Villaviciosa, Cortos de la Sierra, Guarros, Alcantarilla o La Mojonera?). ¿Acaso pago yo para que no me tengan en cuenta? Y eso no es ser tacaño, es sentido común.
Pero lo que peor me sienta de todo esto del Metro es lo que está ocurriendo últimamente: desde que sacaron el cartel aquel de “Más por menos” (sí, aquel en el que se olvidaron sin querer queriendo los salarios mínimos profesionales en una tercera columna), y que era claramente un aviso de sus intenciones. Para el que se haya olvidado, lo resumo (ojo, a fecha de 2011, que es cuando salió):
-          MADRID: Precio billete sencillo, 1’50/ Salario mínimo, 641’1 euros/ Tasa de paro, 22’8%
-          PARÍS: 1’70 / 1170 Euros / 9’8%
-          ESTOCOLMO: 2’20 / 1690 Euros / 7’4%
-          BERLÍN: 2’30 / 1262 Euros / 5’5%
¡No tienen cara ni nada! A mí la ecuación no me termina de salir, y el billete me parece el más caro con varios cuerpos de ventaja sobre el del resto de países. Y si no, cojan papel y lápiz y juzguen ustedes…  Pero no es esto a lo que me refiero, sino al servicio que están prestando después del último tarifazo. Verán, como sube la luz (para solaz esparcimiento económico de nuestros honrados regentes), y el Metro funciona como el Ibertren, pues habrá que subir el precio para hacer frente a la misma. Y como sube el impuesto sobre los transportes públicos, pues habrá que volver a subir el precio del billete. Y como suben los combustibles, pues les diremos a los ciudadanos que se rasquen un poco más el bolsillo. Y como así todavía el Metro nos sale deficitario (¡dicen! ¡dicen!), pues recortamos el servicio y nos quedamos tan tranquilos. Total, si no se va a notar… ¡Ole, ole y ole! No quiero ahondar en detalles, pero con el nuevo precio se ha disminuido la frecuencia de paso entre un 14% y un 50%, según el horario en el que nos movamos, de forma que lo de pillar el Metro en hora punta comienza a asemejarse al concurso aquel de “Qué apostamos”… O al mito del metro de Tokyo y la figura del “empujador”… ¡Vamos, que a este paso todavía generan nuevos puestos de trabajo y los justifican por nuestro bien!
Qué quieren que les diga: cuando uno paga el 100% más de lo que pagaba en el año 2000 (literalmente, el precio de mi abono se ha duplicado en este periodo), y le ofrecen un 50% menos de servicio, empieza a desarrollar cierto sentimiento hostil (a desarrollar, porque existir ya existía, claro) hacia la chusma política en general, patronales y demás cuadrilla de ladrones ciertamente interesante. ¡Un momento! ¿El Metro no hemos quedado en que funciona con la luz? Entonces… ¡¿qué tienen que ver los combustibles?! ¡¡Ouch!! ¡¡Nos la han vuelto a meter por detrás!! (la subida, la subida, que nadie se alarme…).
Resumiendo, que aquí sube la luz y por su culpa sube hasta el pan. De hecho, sube la luz y sube todo menos los sueldos, que bajan entre considerable y totalmente, y el servicio ofertado en compensación por la subida de precios. Decía Galdós que el dinero lo ganan todos aquellos que, con paciencia y fina observación, van detrás de los que lo pierden. ¡Anda que no! Miren que dudo que nuestros políticos sepan quién era Galdós; al menos eso se desprende de su aprecio por la cultura (perdón, el ocio, que le han cambiado el nombre). Pero yo, que sí sé quién era, le nombraba ahora mismo ministro de economía, a ver si arreglaba un poco todo este desaguisado popular. Y digo popular no sólo por la casta de jetas corruptos que nos gobiernan (¡dicen! ¡Dicen también!), sino porque este es un claro ejemplo de cómo unos se forran a costa de nuestra crisis; una crisis que sólo nos afecta a nosotros, a los ciudadanos de a pie, a los que trabajamos (si nos dejan, claro) para que todo funcione y ellos puedan vivir mejor que nunca. Una crisis que está sirviendo para que ellos, con paciencia y fina observación, vayan recaudando lo que nosotros perdemos gracias a sus reformas, a sus impuestos, y a sus leyes, que en ningún caso benefician a la gente honrada y humilde.
En clave publicitaria, que es lo que se lleva ahora, pregunto ¿Y tú de quién eres? ¿Crisis o enriqueces? Porque aquí ya sólo hay dos bandos: los que ganan y los que pierden. Y mientras ellos estén en los consejos de dirección de compañías energéticas, de empresas de sanidad, de bancos y entidades financieras… y por supuesto, de la política, nos podemos dar por jodidos (léase en cualquiera de sus acepciones, aunque duela). Es decir, que hoy sube la luz, pero mañana cualquier otra cosa (menos el sueldo, recuerden).
Que estos cabrones tenían intención de tenernos a dos velas, ya se veía venir. ¡Lo que no tenía yo tan claro hasta ahora era que iba a ser de forma literal! ¡A dos velas, sí, pero de las de cera, que es la única manera de poder ahorrar en la factura de la luz! Lo triste es que no estoy exagerando, señores, y ya hay muchas familias que están recurriendo a nuestras amigas las  abejas (¡que, para colmo, se están extinguiendo! Seguro que es un plan meticulosamente trazado desde el congreso…) para poder ir sobreviviendo. Y yo digo: si no tenemos coraje para reventar el sistema y echar a toda esta chusma, al menos podríamos pensar en atarles a las vías del Metro ¿no? Con la frecuencia de paso que tiene, al menos tendrían tiempo para pensar que algún día intentaron pasarse de listos, y enriquecerse a costa de nuestra crisis...

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