¡Qué tiempos aquellos en los que los rockeros
éramos “políticamente incorrectos”!
Lo cierto es que tiene algo de
gracia el asunto. El asunto, sí, porque el tiempo sigue avanzando al mismo
ritmo que antes, y que yo sepa aún no han aprendido a manipularlo. Y gracia,
sí, porque uno prefiere pensarlo como algo simpático (aunque en realidad no nos
riamos ninguno) y llevarlo con pacifismo, que pasar directamente al modo
americano, el de armas y masacre de por medio (que, ojo, igual sería lo más
apropiado).
Y es que hablo de España; un
país cuyo concepto de lo “políticamente incorrecto” era sinónimo de represión,
de escarnio público y abusos privados (no vaya a ser que…); un país en el que
lo “diferente” se pasaba por el tamiz de la “ley de vagos y maleantes” (no vaya
a ser que…); un país en el que el rock era una amenaza para el bienestar social
y, ya de paso, “pecado mortal” (no vaya a ser que…); un país en el que
“rockero” era sinónimo de delincuente y drogadicto, y por lo tanto muy mala
compañía para las hijas de los señores (no fuera a ser que…); un país repleto
de patriotas y buenos cristianos (de los de antes, de los que rezaban y se
vestían con la ropa de los domingos para ir a misa. Lo aclaro, no vaya a ser
que…).
Resulta que cuarenta años
después (¡Ah! ¿Pensaban que me refería a los años de la postguerra? ¡No, no!
¡Perdón si les llevé al error!), en esta misma España han pasado un montón de
cosas: terminó la dictadura, llegó la transición, llegó la democracia, llegó el
aperturismo, llegó la OTAN (¡bases fuera!), llegó la tecnología… muchas cosas,
oigan, llegaron muchas cosas. Incluso llegó la “movida” (la de verdad, claro,
la que realmente movió algo, porque de la que hablan ahora en los telediarios
ni se tenían noticias entonces ni se tienen ahora -más allá del papel cuché-).
La “movida” de los “políticamente incorrectos”, la de los “vagos y maleantes”,
la censurada, la que apoyó un cambio político, la de los “rojos”… que luego fue
traicionada por los “rojos” cuando consiguieron “su” poder (“su”, sí, porque tanto
fue “su”, que nunca fue de “sus” ciudadanos; sí, “su” España en estado puro, no
vaya a ser que…).
Entonces ocurrió, fíjense, que
los “políticamente incorrectos” siguieron siendo “políticamente incorrectos”, y
como en la canción, la vida siguió igual. Tiene su gracia (aunque no me ría).
Y es verdad que desde el año del
Naranjito han pasado muchas cosas, pero desde arriba ninguna nueva: rojos,
azules, rojos, azules, rojos, azules… tigres, leones, tigres, leones, tigres,
leones… que decía Torrebruno. ¿Y nosotros? Nosotros, directamente, no jugamos.
Lo que aún no sé es si no jugamos porque no queremos, o porque no nos dejan;
que aquí nos gusta hacer mucho ruido, pero a la hora de la verdad, tenemos
pocas nueces (que no cojones, no vaya a ser que…).
Y es que hablo de España; un
país en el que hoy lo “políticamente incorrecto” ya no es ser rockero a la
vieja usanza, sino salir a la calle a reclamar la soberanía del pueblo, de los
ciudadanos, ante los abusos del poder (no vaya a ser que…); un país en el que lo
“políticamente incorrecto” es defender nuestros derechos por encima de
cualquier cosa (no vaya a ser que…); un país en el que lo “políticamente
incorrecto” es no dejarse atropellar por los que tienen ansia de poder y de
dinero, aunque sea a costa de la vida de otros (sí, de la vida, pero mejor
callarse, no vaya a ser que…); un país en el que lo “políticamente incorrecto”
es no querer que le tomen a uno por primo (por tonto, quiero decir, que los
otros primos saben mucho… pero calla, no vaya a ser que…); un país en el que lo
que mola es ser “diferente”, porque lo “diferente” se exhibe sin pudor en el
zoo de la televisión a hora de máxima audiencia (eso sí, con cuidado del
horario infantil, no vaya a ser que…); un país en el que lo que mola es ser
“rockero”, pero eso sí, de Zara y H&M (no vaya a ser que…); un país repleto
de ciudadanos decentes y buenos cristianos (de los de ahora, de los que dan con
el mazo y se visten de blanco los domingos para rogar al Espíritu de Juanito
–aunque, para buenos, yo me quedo con Messi y Falcao-. Lo aclaro, no vaya a ser
que…)…
Y es que ¡cómo han cambiado los
tiempos! En esta España actual que condena por igual a la mujer que gasta del
bolsillo ajeno poco más de cien euros en pañales y comida para su hija, que a
la Pantoja por blanquear y gastar millones públicos (es decir, del bolsillo de
todos los demás), hoy resulta que lo “políticamente correcto” es ser legal,
colega. En ese sentido estamos como antes, eso es verdad; lo que pasa es que
antes el que era legal lo era en todos los sentidos, y ahora sólo lo es para
con los que también son legales… Legales para mentir sin miedo a la ley, para
robar sin miedo a la ley, para matar sin miedo a la ley, para traicionar sin
miedo a la ley, para embargar y despedir amparándose en la ley, para destruir
familias en nombre de la ley, para extorsionar con la ley, para forrarse con la
ley… Porque la ley son ellos, la ley la hacen ellos, y si no, la adaptan a sus
necesidades, que una pequeña ayuda nunca viene mal. Y legales los hay rojos y
azules, grises y verdes, que a mí no me engañan.
Pero es que el folklore nos va
mucho, la Pantoja es la Pantoja, y a la Pantoja se lo perdonamos casi todo. Y
digo “casi”, porque si fuera “todo” tendría derecho a compartir la mesa (que no
la celda) con otros que es mejor no nombrar (no vaya a ser que…), y eso no
puede ser. Otros que un tal Pepe, al que conocí hace años, asegura que ni
mienten, ni roban, ni matan, ni traicionan, ni embargan, ni despiden, ni
extorsionan, ni se forran ni, por supuesto, destruyen familias. ¡Que para
familia ellos, oigan! ¡Y la familia siempre unida! ¡No me sean terroristas! (Y
el folklore ni tocarlo, no vaya a ser que…).
“Qué risa me da esa falsa
humanidad de los que se dicen buenos”, que decían Barón Rojo, y yo que me
apunto. “No perdonarán mi pecado original de ser joven y rockero”, aunque si
los que me tienen que perdonar son quien yo me imagino, prefiero que ni se me
acerquen, que yo estoy muy tranquilo siendo un pecador de los grandes, y “si he
de escoger entre ellos y el rock, elegiré mi perdición. Sé que al final tendré
razón, y ellos no”. Y ¿saben qué? “Resistiré, resistiré hasta el fin”, siendo
un rockero de los de toda la vida (qué le vamos a hacer si el Zara y H&M me
dan alergia).
Aún así, después de todo, me
quedo con lo que ya dijeron una vez Obús, y sin miedo le grito a quien
corresponda “¡Que te jodan! ¡No voy a cambiar!”; “Va a estallar el Obús”, y yo
estaré allí para ver cómo revientas. Mientras, prefiero seguir siendo
“políticamente incorrecto”, es decir, honrado, trabajador y sincero. Tiene
gracia ¿verdad? (aunque no nos dé la puta risa). Lástima que ahora sea menos
divertido…
Ya se pueden dejar comentarios. La opción estaba sin configurar bien, lo siento!
ResponderEliminar